Una cuántica para la vida (III)

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El espacio probabilístico (Continuación)

(De mi obra «Multiverso y realidad»)

«El espacio probabilístico tiene prioridad o antelación sobre el espacio físico en el sentido siguiente. En el instante de creación del espacio probabilístico o del inicio de la función de onda, la partícula puede estar situada en cualquier punto lejano que fuere, mejor dicho, «tiene cierta probabilidad» de estar allí, sin embargo, ello no obsta para que la «velocidad de grupo» de las ondas marque la localización clásica de la misma, que como sabemos sólo puede desplazarse como máximo  la velocidad de la luz.

Podríamos decir que el espacio probabilístico está a media distancia entre el espacio matemático, como tal abstracto e ideal (no existe en la realidad) y la realidad del espacio físico, donde los sucesos o acontecimientos son «concretos» (clásicos). El espacio probabilístico sólo «sitúa» propensiones (probabilidades), «tendencias a ser o existir».

El desplazamiento material, energético, cuyo máximo cuantitativo se referencia a la velocidad de la luz, marca o caracteriza al espacio físico, pero el probabilístico es «previo» (se superpone «prioritariamente» al físico). En este sentido considero que la cuántica es «más básica» que la relatividad de Einstein, enmarcada en un continuo espaciotemporal, y que contiene en su seno y es consustancial a la materia-energía o tensor energía-momento y que por ello se mimetiza, en consenso general, en cierto sentido con la propia realidad (no obstante existen otros entes, que sin ser estrictamente energético-materiales son también reales, como la función de onda, objeto de este trabajo).

El espacio probabilístico es la representación más clara de cómo un objeto matemático, ideal, puede «alcanzar» la realidad, mejor, puede entrar a formar parte de la realidad, al mismo nivel que el corpúsculo material (nuevamente, onda y partícula están indisolublemente unidos en «dualidad» -sin que ello sea óbice para que sólo pueda aparecer uno de esos aspectos en cada experiencia física).

Puede decirse que la materia (partícula) crea su propio espacio probabilístico asociado, inmediato e ilimitado, pero transitorio como la propia función de onda.

El espacio probabilístico es tan real que se impone sobre cualquier otra circunstancia física de tiempo y espacio, y el ejemplo más evidente es la propiedad cuántica de la no-localidad. (El enredo entre dos partículas las mantiene inescrutablemente unidas por encima del espaciotiempo -en este sentido hay que interpretar la prioridad enunciada).

Resumiendo:

El espacio matemático es ideal, abstracto, no real.

El espacio probabilístico es real y finito en el tiempo. Nace y muere. Dura lo que la función de onda.

El espacio físico, real, existe mientras exista materia-energía.»

En este mismo Blog en abril de 2013 publiqué el artículo «El azar como constructor: ¿Dios sí juega a los dados?». Dice así:

«La absoluta aleatoriedad de la desintegración del átomo sólo es abordable por intermedio del concepto de vida media (proporcional al período de desintegración o tiempo necesario para la desintegración de la mitad de la muestra). Y no es un reflejo de nuestra falta de conocimiento del sistema debido a la existencia de variables ocultas, sino la prueba de la aleatoriedad intrínseca de la naturaleza.

Ante todo suceso o acontecimiento conviene plantearse sustancialmente dos cosas: la descripción o explicación del mismo con vistas al posible discernimiento de la ley que lo enmarca (abstracción matemática), y la «potencialidad» de la causa que lo origina. Lo que llamamos matemática pura se circunscribe a la primera; el concepto probabilístico de la función de onda se incluiría en la segunda. A la primera le falta ese paso a la acción que es consustancial en la segunda, una matemática «incrustada» en la materia, al mundo físico.

La abstracción matemática sólo tiene existencia en nuestra mente (los escritos solo son una pura representación de esa abstracción), mientras que la probabilidad de la función de onda existe como mandato propensivo sobre la naturaleza; de otra forma: el concepto matemático «gobierna» nuestra mente, mientras que la probabilidad de la función de onda «gobierna» directamente sobre la propia naturaleza (un gobierno de propensiones o tendencias a existir). A la teoría matemática le falta el acto que supone su realización sobre la naturaleza, el acontecimiento que la transforma en realidad.

El espacio probabilístico de la función de onda es el espacio muestral en sí, no el de la mente del matemático (probabilidad matemática pura): ¡está incrustado en la propia naturaleza, y desaparece sin ella! ¡Una matemática «enraizada» en lo material!

Resumiendo: La teoría matemática pura es hija de las abstracciones de nuestra mente y a ella se circunscribe; el espacio probabilístico de la función de onda existe con independencia de nuestra mente (está grabado en la naturaleza), de ahí su realidad.

Hay que decir que existe cierta confusión con respecto a la matemática aplicada, en el sentido de que a la abstracción matemática le acompaña la realidad de los fenómenos naturales que analiza, que sí son reales, pero la realidad de estos últimos no «adorna» de realidad a la primera.»

Las matemáticas son simples «modelos» de la realidad.

Precisamente en el próximo artículo explicaré mi concepto de «realidad dual», parte sustancial de la interpretación de la cuántica que aborda el nexo convergente entre Vida y Física.

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