RITMOS BIOLÓGICOS I («Tempo» e irracionalidad)

En toda la naturaleza viviente aparecen los ritmos: palpita y oscila. En el hombre pulso, respiración, movimientos intestinales peristálticos, etc., se reproducen a sí mismos y no responden a influjos externos. Obedecidendo al ritmo cotidiano varían los latidos del corazón, la temperatura corporal, el azúcar y el colesterol de la sangre, la secreción de la orina, etc. Pero de igual forma la rapidez de reflejos, la velocidad de cálculo o la disposición anímica (energía, concentración, etc.) experimentan diariamente ascensos y descensos regulares.

Ahora bien, la mayoría de los ritmos biológicos se armonizan con los diferentes ritmos del medio ambiente, como las mareas, etc. Los ritmos internos serían la respuesta del organismo a la transformación periódicas del entorno que le rodean.

Muchos mamíferos están sujetos a ritmos de priodicidad anual; tales son la muda, el celo, el letargo. Es la luz el elemento desencadenante de estos cambios. La glándula pineal, situada en la base del cerebro, gradúa la secreción hormonal en función de la luminosidad diaria: la luz intensa inhibe la secreción de la hormona melatonina.

En el hombre y en nuestras latitudes, por ejemplo, la tasa de suicidios tiene un máximo en mayo y junio, igual que las procreaciones. Y la mortalidad es más elevada en diciembre y enero. Todo ello se debe a ritmos biológicos, desfasados precisamente medio año entre el Hemisferio Norte y el Hemisferio Sur. Mas es interesante señalar que los ritmos no se invierten con exactitud en el Ecuador, sino a unos diez grados latitud Norte, lo que se denomina el «Ecuador biológico» de la Tierra. Y es el nivel de insolación, y también la temperatura los que determinan estos ritmos. Se cree que las variaciones estacionales desempeñan un papel tan decisivo como las diarias.

De todos es conocido el más evidente y corto de tales ritmos: el de la menstruación, que se produce cada 28 días. No se sabe con precisión si está relacionado con el ciclo lunar.

Los ritmos cuya duración periódica es superior a un día se llaman «infradianos», y los que duran menos, «ultradianos». Un ritmo ultradiano es el sueño REM que tiene un período de 90 minutos. En 1983 Nathaniel Kleitman sugirió que ese ritmo de 90 minutos no aparece sólo durante el sueño, sino también en la vigilia, aunque no fuese en ese momento contrastable empíricamente. Así que el ritmo del sueño REM sería la expresión cuantificable de un ritmo elemental, que Kleitman denominó «ciclo básico de reposo y actividad» o BRAC -basic rest-activity cycle-. Podría ser que durante la vigilia tuviera lugar cada 90 minutos un relevo de la preponderancia entre hemisferio derecho e izquierdo, con lo que en vez de «ciclo elemental de reposo y actividad», habría que hablar más apropiadamente de «ciclo de palabras e imágenes» o «ciclo de palabras y sensaciones».

El conjunto de ritmos corporales discurre sincrónicamente, por ello si se registra uno queda cosntancia de los demás. Debido esa causa, se suele registrar la temperatura corporal, por ser una constante fisiológica fácil de medir. Aunque se utiliza la temperatura corporal en la investigación como indicador de los demás ritmos vegetativos y psíquicos, ello no debe llevar a creer que las curvas diarias de los diversos ritmos se superpongan con la de la temperatura. Cada función posee su propia curva diaria, con máximos y mínimos específicos.

(De la obra del autor «Tempo e irracionalidad». Copyright 2007)

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